Los niños me han enseñado y me enseñan mucho de la pureza de la vida. Al hijo de unos buenos amigos le decían cuando se caía y se hacía daño el clásico “no pasa nada” a lo que él respondía con esta pedazo de frase digna de un slogan publicitario: “Sí pasa nada”.
Pues eso, que nadie te diga si pasa o no pasa nada para ti. Por poco, por sutil, por lógico, por educado, por sibilino o por lo que sea que sea que parezca o sea para otrxs.
Si te hace sentir una emoción desagradable, escúchala, escúchate y dite lo que pasa, al menos a ti. Tus emociones son información importante sobre ti como ser único que eres. Párate a sentir, ponte atención y así sabrás si quieres decirlo también fuera, hacer algo con eso que te pasa y acompañarte a hacerlo si lo necesitas y como lo necesites.
Porque recuerda, si lo sientes pasa, claro que pasa.